Una cebolla mediana
100 gr de panceta o bacon
Aceite de oliva virgen extra
sal, pimienta
Lo único que tiene importancia para que este plato esté en
su punto es que las habas sean buenas y muy tiernas. Deben tener un color verde
brillante y estar frescas y limpias de
manchas negras, tener un tacto muy suave y partirse con facilidad.
Quitar la hebra a las habas y cortarlas en trozos. Si son
tan tiernas como deben ser, en realidad no haría falta, pero yo lo hago por
precaución.
Picar menuda la cebolla y partir el tocino en tiritas.
Poner a calentar un par de cucharadas de aceite en una
cazuela que no sea muy grande y rehogar un poco la cebolla y el tocino, añadir
las habas, salpimentar, poner la tapa y bajar el fuego para que se hagan
lentamente. Si se ve que se secan demasiado pronto, se puede añadir un poco más
de aceite.
Estarán hechas enseguida, unos veinte minutos como mucho. Deben
quedar sin caldo, solo con el aceite.
Este plato tan sencillo es una excelente guarnición y se
conserva bien de un día para otro. Sin embargo, las habas tienen un sabor muy
pronunciado y peculiar por lo que no le gustan a todo el mundo. A mí me
encantan, pero nunca las pondría como primer plato para una comida familiar. Es mejor sacarlas en pequeña cantidad, como
acompañamiento y ofrecer otras alternativas, por si acaso.
Esas habas, solo se pueden cocinar si se les quita la vaina, ya que lo que se come son las semillas o sea, las habas.
ResponderEliminarLas vainas de habas que se comen, bien rehogadas, bien fritas o cocidas, son las vainas que la semilla aun esta formada y su ternura permite ser cocinada, ya que estas de la foto, ya incluso tienen hebra y bastante indigestas.
¡Qué buena vista! Fíjate que yo las veo muy tiernecitas.
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