de la hostelería china,
y me admira el espejismo
de Ferrán en su cocina.
Pero lo que me fascina,
son esos guisos corrientes,
castizos y contundentes
que engalanan las cazuelas
con el saber excelente
legado por las abuelas.
A lo mejor alguien me acusa de escribir aquí recetas tan
simples como innecesarias, porque esos guisos son de sentido común, cosas que
se caen por su propio peso.
Yo respondo que lo del sentido común está muy bien, pero
solo funciona para personas que ya saben cómo se hacen las cosas en la cocina,
en general, es decir, aquellos a quienes no hay que dar más explicaciones si se
dice “se fríe con un poco de aceite”, “se rehoga”, etc.
Por desgracia, o por suerte, que nunca se sabe, cada vez hay
más personas que no suelen acercarse a la cocina, excepto en Navidad o alguna
otra fecha señalada. A esos hay que explicarles, por ejemplo, que los filetes
se hacen en una buena sartén, muy caliente, con muy poco aceite, algo que
parece una obviedad, y sin embargo a menudo se ignora. Hay que contarles que la
lechuga debe ir bien escurrida antes de preparar la ensalada o que la verdura
demasiado cocida es un asco. En fin, esas cosas. Como suele decirse, nadie nace
enseñado. A esos indocumentados dedico esta receta.
Uno o más gallos grandes
Sal
Harina
Huevos
Aceite para freír
Pedir en la pescadería que limpien el pescado y lo preparen
en filetes. Cortar los filetes en porciones regulares, como promedio suelen
salir tres de cada lomo. Batir uno o dos huevos.
Salar el pescado y pasarlo por harina y después por huevo
batido.
Freírlo en aceite abundante, controlando la temperatura. En
principio, el aceite debe estar bastante caliente, luego hay que ir subiendo o
bajando el fuego para que los filetes no se doren demasiado, pero queden bien
hechos. Hay que tener en cuenta que el gallo es un pescado de carne delicada
que se hace enseguida.
Poner los filetes sobre papel de cocina para que pierdan el
exceso de aceite y servir al momento.
Como guarnición, una ensalada verde sencilla va muy bien.
También se puede acompañar con una fritada de cebolla y pimiento; para
ello, se cortan ambas hortalizas en tiras y se fríen juntas en aceite
abundante, a fuego más bien vivo, aunque controlado, y cuando están en su
punto, es decir, cuando están tiernas y se ve que no sueltan agua, se escurren
en un colador o sobre papel de cocina.
El pescado rebozado como mejor está es recién hecho, pero
frío está muy rico también, porque adopta una textura más prieta que es muy agradable.
Por eso es una opción interesante para un picnic o para alguna comida que se tenga
que dejar preparada con antelación.
Siempre se aprende algún truco en estas recetas sencillas.
ResponderEliminarEn realidad esta receta solo tiene un truco, que el pescado sea fresco y de buena calidad.
ResponderEliminarY también que el pescadero se enrolle sacando unos filetes curiosos.