Dicen que fue un gran invento
el de la sopa de ajo,
que se hace sin gran trabajo.
Yo nunca la suelo hacer
porque detesto la sopa
y da igual, a mi entender,
comer mucha o comer poca.
Pero hay otros ciudadanos
que la toman con deleite,
no son raros ni marcianos,
yo conozco a más de veinte.
Para ellos la receta
en soneto he redactado,
si no la encuentran correcta
que busquen en otro lado.
Ajos de calidad seleccionada
consigue y llévalos a tu cocina,
pélalos y con diestras cuchilladas
pártelos en rodajas chiquitinas;
corta pan, ya sentado, en rebanadas,
procurando que salgan algo finas,
y refríe estas dos cosas mezcladas
en cazuela de barro genuina.
Añade pimentón, sal y remueve,
para que el guiso cobre rico aroma,
cubierto con buen caldo a fuego lento;
en tiempo sorprendentemente breve,
será merecedor de su diploma
este sabroso y pastoril invento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario